Letra de De Cart�n Piedra (comentada) - Serrat
Letra de canci�n de De Cart�n Piedra (comentada) de Serrat lyrics
Realmente el amor es un fen�meno extra�o. Pienso que todav�a el ser humano no lo entiende en la capacidad que es capaz de sentirlo. Por eso se producen tantas incomprensiones al respecto.
Uno piensa que el amor es algo que no se queda en la relaci�n hombre-mujer, ni tampoco en cualquiera de sus posibilidades, que el amor est� en cada una de las cosas que nos est�n rodeando.
En ese perro que cuando le ve venir a uno mueve la cola o ese caballo que acerca el hocico cuando ve venir un pu�o lleno de avena. Est� en todo. Est� en usted, est� en ese maniqu� que le sonr�e detr�s de una vitrina...
Era la Gloria vestida de tul
con la mirada lejana y azul
que sonre�a en un escaparate
con la boquita menuda y granate,
y unos zapatos de falso charol
que chispeaban al roce del sol.
Limpia y bonita. Siempre iba a la moda.
Arregladita como pa' ir de boda.
Y yo, a todas horas la iba a ver
porque yo amaba a esa mujer
de cart�n piedra,
que de San Esteban a Navidades,
entre saldos y novedades,
hac�a m�s tierna mi acera.
No era como esas mu�ecas de abril
que me ara�aron de frente y perfil.
Que se comieron mi naranja a gajos.
Que me arrancaron la ilusi�n de cuajo.
Con la presteza que da el alquiler,
olvida el aire que respir� ayer.
Juega las cartas que le da el momento:
MA�ANA es s�lo un adverbio de tiempo.
https://www.coveralia.com/letras/de-carton-piedra--comentada--serrat.php
No, no. Ella esperaba en su vitrina
verme doblar aquella esquina...
Como una novia,
como un pajarillo, pidi�ndome:
�lib�rame, lib�rame...
y huyamos a escribir la historia�.
De una pedrada me cargu� el cristal
y corr�, corr�, corr� con ella hasta mi portal.
Todo su cuerpo me tembl� en los brazos.
Nos sonre�a la luna de marzo.
Bajo la lluvia bailamos un vals,
un, dos, tres, un, dos, tres... todo daba igual.
Y yo le hablaba de nuestro futuro,
y ella lloraba en silencio... OS LO JURO.
Y entre cuatro paredes y un techo
se revent� contra su pecho
pena tras pena.
Tuve entre mis manos el universo
e hicimos del pasado un verso
perdido dentro de un poema.
Y entonces, llegaron ellos.
Me sacaron a empujones de mi casa
y me encerraron entre estas cuatro paredes blancas,
donde vienen a verme mis amigos
de mes en mes...,
de dos en dos...,
y de seis a siete...
Uno piensa que el amor es algo que no se queda en la relaci�n hombre-mujer, ni tampoco en cualquiera de sus posibilidades, que el amor est� en cada una de las cosas que nos est�n rodeando.
En ese perro que cuando le ve venir a uno mueve la cola o ese caballo que acerca el hocico cuando ve venir un pu�o lleno de avena. Est� en todo. Est� en usted, est� en ese maniqu� que le sonr�e detr�s de una vitrina...
Era la Gloria vestida de tul
con la mirada lejana y azul
que sonre�a en un escaparate
con la boquita menuda y granate,
y unos zapatos de falso charol
que chispeaban al roce del sol.
Limpia y bonita. Siempre iba a la moda.
Arregladita como pa' ir de boda.
Y yo, a todas horas la iba a ver
porque yo amaba a esa mujer
de cart�n piedra,
que de San Esteban a Navidades,
entre saldos y novedades,
hac�a m�s tierna mi acera.
No era como esas mu�ecas de abril
que me ara�aron de frente y perfil.
Que se comieron mi naranja a gajos.
Que me arrancaron la ilusi�n de cuajo.
Con la presteza que da el alquiler,
olvida el aire que respir� ayer.
Juega las cartas que le da el momento:
MA�ANA es s�lo un adverbio de tiempo.
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No, no. Ella esperaba en su vitrina
verme doblar aquella esquina...
Como una novia,
como un pajarillo, pidi�ndome:
�lib�rame, lib�rame...
y huyamos a escribir la historia�.
De una pedrada me cargu� el cristal
y corr�, corr�, corr� con ella hasta mi portal.
Todo su cuerpo me tembl� en los brazos.
Nos sonre�a la luna de marzo.
Bajo la lluvia bailamos un vals,
un, dos, tres, un, dos, tres... todo daba igual.
Y yo le hablaba de nuestro futuro,
y ella lloraba en silencio... OS LO JURO.
Y entre cuatro paredes y un techo
se revent� contra su pecho
pena tras pena.
Tuve entre mis manos el universo
e hicimos del pasado un verso
perdido dentro de un poema.
Y entonces, llegaron ellos.
Me sacaron a empujones de mi casa
y me encerraron entre estas cuatro paredes blancas,
donde vienen a verme mis amigos
de mes en mes...,
de dos en dos...,
y de seis a siete...